Érase una vez un niño que vivía en un país africano, y que era de una familia muy pobre.
Su único ídolo era Etoo y el hacía el máximo esfuerzo para ser como él.
Primero se fue a ver a un viejo entrenador que entrenaba a un equipo del barrio, cuando llegaba a casa y después de terminar sus deberes, ponía una vieja película de un partido de los mundiales de futbol.
Todos los días aprendía una cosa nueva, pero él siempre estaba pendiente de las instrucciones de su entrenador.
Pasaba el tiempo, y el niño empezaba a jugar mejor y toda la gente del bario decía que es el Etoo de su equipo.
Un día la escuela donde estaba estudiando Omaer hizo un concurso para escoger al mejor jugador de futbol para mandarlo a la selección de juveniles de futbol del país. Omaer fue seleccionado entre los once jugadores de su equipo.
Después de una semana le llamaron para ir a la capital donde tenía que incorporarse con los demás chicos que formaban el equipo de juveniles.
En el pueblo le hicieron una gran despedida, él estaba muy contento pero en al mismo tiempo muy triste porque iba a dejar a sus padres, a sus hermanos y hermanas; así com a sus amigos y su entrenador.
Omaer llegó a la capital y le llevaron a un centro de concentración donde cada uno tenía una habitación para el solo. Omaer no estaba acostumbrado dormir solo, siempre dormía con sus hermanos. Pero con el tiempo se acostumbró a dormirse solo y se hizo muchos amigos.
Omaer empezó a entrenar con su nuevo equipo, al principio tuvo problemas con algunos de sus compañeros pero después con la ayuda del entrenador las cosas le fueron mejor.
Los mundiales de juveniles estaban a punto de empezar. El equipo de Omaer tuvo un gran problema porque se les murió el entrenador en un accidente de tráfico.
Después Omaer llamó al entrenador de su barrio para entrenar al equipo. Fue muy duro para el nuevo entrenador pero al final lo consiguió.
Empezaron los mundiales y el equipo de Omaer ganó la primera etapa, después, y con el esfuerzo del equipo, llegaron al final pero no consiguieron la primera plaza.
Omaer fue el mejor pichichi de los mundiales. Ese era su mejor sueño.
¿Sabéis quién le entregó la medalla?: ETOOOOOO.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado y la cita en el Bernabeu
Basma Taha,
del Colegio Español Luis Vives de Larache (Marruecos)