Te observo muy atentamente. Te veo reír antre los que tú te diviertes en llamar “amigos”, y mostrarte para que todo el mundo vea lo que quieres que vean. Y ahora, que estás solo, en este silencio total, ¿quién eres tú ahora? Dime, hermano, ¿de quién tengo que fiarme? Cuanto más te observo, más llego a la conclusión de que, en realidad, intentas parecer lo que jamás, iluso, llegarás a ser. Porque -y tú lo sabes- te da mucho miedo no conseguir hablar de nada. En realidad, cuando tu boca se abre, es para decir algo que no habla de nada, vaniloquias. Y más, detrás de todos estos ladridos, resalta vívida la frase: “¡Yo existo!”. Y, además, quieres que los demás aprecien lo que dices. Es que… no, la realidad es que no puedo apreciar algo que no diga nada. ¿Cómo podría? No entiendo por qué tú no quieres comenzar a ser quien quieres ser y eres, sin embargo, quien deseas aparentar. Sólo parecer te llevará a la superficialidad, morirás vacío. Sólo el ser te llevará a la felicidad.
Es que el hombre, hermano, no es muy listo. Nunca vas a saber dónde te llevará el espíritu humano. Pero podrás estar seguro de una cosa: de que tu conciencia siempre será capaz de eligir.
Jan Budzejko (2E)